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Tomás – El fotógrafo de bodas que había perdido la alegría

ÉXITO DE PROPÓSITO

4/3/20252 min read

      A veces volver a sentir lo que se sentía es darse cuenta de que todo parte de una decisión a la que sigue la emoción y la práctica

Tomás era fotógrafo de bodas. Y durante años, lo fue con pasión verdadera. Era de esos que lloraba detrás de la cámara cuando veía a los novios emocionarse, que captaba los momentos más reales, más tiernos, más íntimos. Pero con el tiempo, y especialmente después de la pandemia, algo dentro de él empezó a apagarse. Las bodas se le hacían repetitivas, los novios más exigentes, los precios más bajos y los fines de semana… siempre ocupados. Se convirtió en alguien que iba, hacía fotos, editaba en piloto automático y entregaba. Y ya. Se sentía como un invitado sin copa ni postre: fuera de lugar y sin ganas de repetir.

El desencanto creció tanto que se planteó dejarlo todo. Pero claro… ¿fotógrafo retirado a los 40? No tenía un “plan B” ni muchas ganas de reinventarse vendiendo jabones artesanales por Instagram. Se sentía atrapado en una profesión que antes lo llenaba y ahora solo lo agotaba. Le faltaba propósito. Le faltaba alma.

Hasta que un día, viendo reels sin sentido a las 2:37 de la madrugada, le apareció un vídeo de Soy Mi Héroe hablando sobre “reconectar con tu por qué”. Algo, entre el algoritmo y la desesperación, hizo clic. Empezó el proceso de mentoría con una mezcla de escepticismo y “ya qué más da”.

En las sesiones descubrimos que Tomás no quería dejar la fotografía. Quería volver a enamorarse de ella. La cámara siempre había sido su forma de mirar el mundo con ternura. En las bodas no veía solo un contrato: veía amor, esperanza y reconciliación. Pero había perdido el foco… y no solo el automático.

Empezamos por redefinir su enfoque: ¿qué tipo de bodas quería hacer? ¿Con quién quería trabajar? Diseñó un nuevo estilo, más íntimo, más consciente, más él. Bodas en la naturaleza, rituales personalizados, gente con ganas de vivir y no solo de posar. Aprendió a comunicar su visión, a atraer a quienes valoraban su arte, no solo su tarifa.

Y entonces llegó la parte divertida: tecnología. Cuando le hablamos de Go High Level, Tomás dijo: “¿Eso qué es? ¿Un trípode que edita solo?” Pero cuando vio que podía automatizar mensajes, gestionar citas, responder a novios ansiosos a las 3 AM con un sistema que trabaja 24/7, y hasta mandar recordatorios con su branding… se le iluminó la cara. “¡Esto sí es tener un segundo asistente sin pagarle bocatas!”, bromeó.

Gracias a Soy Mi Héroe, Tomás no solo reconectó con su profesión: reconectó consigo mismo. Entendió que no se trataba de hacer más bodas, sino de hacerlas mejor, con sentido. Su comunidad creció, sus precios subieron, y su tiempo se liberó. Volvieron las lágrimas… pero ahora eran de emoción y plenitud.

Hoy Tomás dice que ya no fotografía bodas: acompaña a las personas en uno de los días más sagrados de sus vidas. Y lo hace con los ojos húmedos y el corazón lleno. Su cámara volvió a ser su aliada, su trabajo volvió a ser su arte, y su vida, esa que parecía borrosa, volvió a enfocarse.

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