Rubén, el barbero que volvió a soñar
ÉXITO DE PROPÓSITO


No quiero cerrar... pero tampoco quiero seguir igual. Me siento invisible ¿ Qué sentido tiene todo esto?
Rubén, 42 años, barbero de toda la vida en un barrio de Barcelona. Llevaba 15 años cortando pelo, escuchando historias, viendo vidas pasar entre tijeras y espuma de afeitar. Pero en los últimos años, todo se le hacía cuesta arriba. La competencia era feroz, las facturas apretaban, y la pasión… se le estaba yendo por el desagüe con cada aclarado de cabeza. Estaba al borde del cierre, pero más allá de lo económico, se sentía invisible. Como si nadie supiera que aún seguía ahí.
“Estoy cansado. No quiero cerrar… pero tampoco quiero seguir así. Me siento gris. ¿Qué sentido tiene todo esto?” nos dijo en la primera sesión. Y lo dijo con esa mezcla de sinceridad y resignación que solo se ve en las peluquerías un lunes por la mañana.
Durante la mentoría con Soy Mi Héroe, le hicimos una pregunta muy sencilla (pero con picante emocional):
“Rubén… ¿en qué momento sentiste que tu trabajo de verdad tenía sentido? ¿Ese que te hace pensar: para esto nací, coño?”
Se quedó callado. Luego sonrió, bajó la mirada y dijo:
“Una vez vino un hombre hecho polvo. Había perdido el trabajo, la casa, la dignidad. No se cortaba el pelo desde hacía años. Le hice un corte sencillo, le afeité, y cuando se vio en el espejo… se le llenaron los ojos de lágrimas. Dijo que se había recordado a sí mismo. Que volvía a reconocerse. A los meses, vino a contarme que había conseguido trabajo, que todo había cambiado. Todo empezó con ese corte. Eso no lo olvido.”
Ese fue su faro. Y lo teníamos que volver a encender.
Rubén comprendió que lo suyo no era solo cortar pelo. Era devolver identidad. Era crear espacios donde la gente se sintiera vista, escuchada, cuidada. Que cada cita era una oportunidad de levantar la cabeza, literalmente.
Así que empezamos el trabajo. Y no, no fue solo cambiar el logo y subir un par de selfies con anillos dorados. Rediseñamos su barbería con una identidad inclusiva, más cálida, más auténtica. Aprendió a contar su historia en redes sin postureo, desde el alma. Se formó en escucha activa y habilidades emocionales. Y sí, también le enseñamos a mirar a la cámara sin parecer que lo estaban obligando.
Y cuando le hablamos de Go High Level, soltó:
“¿Eso es como un Spotify pero de clientes?”
“No exactamente”, le dijimos.
Pero cuando entendió que podía automatizar reservas, contestar mensajes aunque estuviera cortando, enviar recordatorios con estilo y hasta tener un asistente virtual que le filtrara clientes mientras él escuchaba jazz y afilaba sus tijeras… se rindió:
“Vale, esto ya no es una barbería. Esto es la NASA con tijeras.”
Hoy Rubén tiene lista de espera. Ha salido en medios como referente de barbería inclusiva. Forma a otros barberos en cómo cortar desde el corazón. Y lo dice claro:
“Ya no corto pelo. Doy identidad. Doy poder. Y si hace falta, también un buen degradado.”
Gracias a Soy Mi Héroe, Rubén no solo salvó su negocio: salvó su propósito. Con sesiones de coaching, estrategia emocional, experiencia de cliente y tecnología con alma, encontró el equilibrio entre lo que amaba y lo que el mundo necesitaba.
Porque a veces, un corte de pelo puede cambiarlo todo. Especialmente cuando te vuelves a ver… y por fin te reconoces.