Marcos – El artesano de cuero que no creía en sí mismo
ÉXITO DE COMPETENCIA


A veces el propósito es tan claro que no lo vemos o no queremos mostrarlo. La competencia es la práctica del propósito, Marcos lo ha conseguido. ¿ Y tú?
Marcos llevaba años trabajando el cuero en silencio, en un pequeño taller de su casa en Granada. Tenía manos de artista, pero él no terminaba de sentirse así. Hacía cinturones, carteras y mochilas que colgaba de vez en cuando en su Instagram, pero sin mucha fe. Su pareja le decía que tenía talento, sus amigos le pedían cosas, y él siempre respondía con un encogimiento de hombros y un “bueno, no es para tanto”. Por dentro, vivía una lucha constante: quería vivir de su arte, pero sentía que no era suficiente, que eso era para otros, los que “sabían vender”, los que “tenían don de gentes”, los que “no sentían vergüenza”.
Durante años alternó trabajos mal pagados con encargos sueltos, donde ponía el alma pero cobraba justo para no sentirse mal. Su taller estaba lleno de piezas medio terminadas, ideas a medias, y sueños dormidos. Hasta que un día, tras una feria donde apenas vendió una pieza, rompió a llorar solo en su coche. El deseo de mostrar su obra al mundo lo devoraba por dentro, pero también el miedo a exponerse. Fue entonces cuando, por recomendación de otro artesano, llegó yo soy mi Heroe.
Al principio fue cauto, casi cínico. “Esto no va a cambiar nada, pero bueno…”. Pero en las primeras sesiones algo empezó a moverse. No hablábamos de marketing al principio, sino de por qué hacía lo que hacía. Descubrimos que para Marcos el cuero no era solo un material, era una forma de conectar con su abuelo, un talabartero de pueblo. Empezó a hablar de él con lágrimas en los ojos. Comprendió que su arte era un puente entre lo viejo y lo nuevo, entre el hombre que fue criado con silencios y el que quería expresarse con sus manos.
Cuando le mencionamos herramientas como Go High Level y automatizaciones, Marcos pensó: “¿Automatizar mensajes? ¿Eso no es cosa para empresas grandes o robots?” Pero luego se dio cuenta que con esa tecnología podía gestionar sus pedidos, sus mensajes y su comunidad sin tener que estar pegado al móvil todo el día. “¿Una plataforma que trabaja 24/7? ¡Eso sí es magia artesanal moderna!”, bromeó.
El trabajo fue profundo: trabajamos en su autoestima, en el derecho a mostrarse y decir “esto es mío y vale”. Le enseñamos a hablar desde el corazón de sus productos, a contar su historia en vez de solo vender. Aprendió a mirar a la cámara y decir quién era. Poco a poco, su comunidad creció. Sus piezas dejaron de ser “bonitas” para ser “auténticas”. Empezó a recibir mensajes de clientes que le contaban que llevaban su cinturón como símbolo de identidad y orgullo.
Hoy, Marcos vive de su arte. Tiene lista de espera. Pero sobre todo, se mira al espejo y dice con una sonrisa: “Soy artesano, y soy bueno”.