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Iván, el entrenador que no lograba conectar con nadie fuera del trabajo

ÉXITO RELACIONAL

3/25/20252 min read

La zona de confort esta construida de la comodidad y también nuestros limites y miedos, o no?

Iván era de esos profesionales que te dejan sin palabras. Literal. Porque mientras tú soltabas todo tu drama corporal en su consulta, él te escuchaba con una atención que casi daba miedo de lo presente que estaba. Era excelente. Técnicamente brillante. Cuerpo, postura, energía: todo bajo control.

¿Fuera de la consulta? Otro cuento.

Iván vivía en lo que él llamaba “modo espectador”. Siempre correcto, siempre amable… pero a una distancia segura. Conversaciones sí, pero solo si había un objetivo claro. Lo de hablar por hablar, compartir lo que sentía o simplemente decir “me siento solo” le parecía ciencia ficción. Había tenido relaciones, sí… todas acababan igual:
“No sé lo que sientes.”
“Es como si estuvieras, pero no.”

Y aunque él asentía con cara de “ya, soy así”, por dentro pensaba:
“No sé cómo hacer para que no duela.”

Un día, después de una cita en la que se quedó mudo (emocionalmente, se entiende), se preguntó en serio:
“¿Será que el problema soy yo?”
(Spoiler: no lo era. Pero había cosas que entender.)

Ese mismo día, por arte de algoritmo o intervención divina, le apareció un reel de Soy mi héroe. Lo guardó, lo ignoró dos semanas, y luego, en un momento de lucidez y vino, escribió:
“Hola, quiero mejorar mi comunicación social… o algo así.”
Traducción: “Quiero poder ser yo sin sentir que eso me pone en peligro.”

Y entonces empezó el verdadero trabajo.

No hablamos de estrategias para ser “más simpático” o “menos raro”. Hablamos de su infancia. De cómo aprendió que hablar de lo que uno siente podía incomodar. De cómo se volvió experto en leer al otro… y analfabeto emocional de sí mismo. Trabajamos cuerpo y palabra. Seguridad para expresarse. Y confianza para no tener que esconder lo que lo hacía único.

Tareas prácticas, por si te da curiosidad:

📩 Escribió mensajes a sus amigos diciéndoles lo que admiraba de ellos (spoiler: lloraron).
☕ Invitó a alguien a tomar algo sin el comodín de “te paso el link del taller”.
🧠 Empezó a hablar con sus pacientes no solo sobre ellos, sino también desde él.
🎯 Entrenó el “hoy necesito hablar” como si fuera un press de banca emocional.

Poco a poco, su mundo se llenó. No de más gente, sino de vínculos reales.
Sus relaciones ya no eran “funcionales”, eran afectivas. Empezó una relación donde podía ser él. Sin filtros. Sin miedo. Y lo mejor: le dijeron que su sensibilidad no solo no era demasiado… era hermosa.

Hoy Iván dice:

“Yo pensaba que era ‘malo socializando’. Ahora sé que me faltaba permiso. Permiso para sentir, para mostrarme, para conectar. Y cuando uno se muestra, la vida responde. Se vuelve más cálida. Más viva. Más humana.”

Y si le preguntas cómo empezó, te dirá:

“Con una cita que me dejó roto y un anuncio que pensé que era spam.”

Y así, como quien no quiere la cosa… empezó a ser su propio héroe.

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